Un cambio radical se avecina en Oriente Próximo

En dos semanas, tras el acuerdo con Irán, la zona más caliente del mundo ha pasado de la amenaza de guerra total a una paz posible y duradera

Son dos estrategias que discurren en paralelo: Irán corteja a Arabia Saudí, su gran enemigo en la región, y Estados Unidos presiona a Israel con fuerza para que acepte la integración del régimen de los ayatolás en la comunidad internacional y, a la postre, la siempre postergada creación de un estado palestino. 

El origen inmediato hay que buscarlo en el acuerdo alcanzado con Teherán hace dos semanas para neutralizar sus planes nucleares. Pero algunos analistas van más allá y apuntan que quitar a ese país la etiqueta de promotor del terrorismo internacional, después de tres décadas,  responde a una estrategia cocinada a fuego lento en la Casa Blanca que está empezando a dar sus frutos. La consecuencia es que el anuncio de una nueva era ha desatado una inusitada euforia en las cancillerías de los países de la zona.

Una iniciativa iraní

Lo más curioso es que la iniciativa la ha tomado Irán y el objetivo parece ser, nada más y nada menos, que sentar las bases de una paz duradera. Y ello incluye también la búsqueda de algún tipo de arreglo que ponga fin al sufrimiento de Siria. La última novedad que lo avala es la gira del ministro de Exteriores de Irán, Javad Zarif, por varios países del golfo pérsico.
Lo significativo de ese viaje es que primero estuvo en Omán, el país que acogió las negociaciones secretas entre altos funcionarios de Estados Unidos e Irán que desembocaron en el acuerdo de Ginebra. Después se fue a Qatar, cuyo nuevo jeque ha saludado dicho arreglo, por primera vez, como un paso positivo para Irán. Y concluyó en Kuwait con la mirada puesta en su gran enemigo, Arabia Saudí, el hermano mayor, el más poblado y poderoso de la zona.  También el más reacio, por ahora, a aceptar un paquete que incluye la posibilidad de que Estados Unidos contemple a Irán como la nueva potencia regional de Oriente Próximo.

La guerra de Siria, en la trastienda de todo

Hasta aquí las buenas noticias. Las malas, las que reflejan los inmensos problemas que persisten,  han sucedido de nuevo en Líbano, ese pequeño país en el que históricamente repercuten las sacudidas de la zona. El asesinato de un jefe militar de Hezbollah, el primero en cinco años, se ha entendido como otro aviso de Arabia Saudí a los aliados de Bashar al Assad, léase Irán y Bahrein, además del partido-milicia libanés.
Varias son las causas, especialmente el decisivo apoyo de Hezbollah al régimen sirio en la ofensiva de Qussair, en junio, que supuso la recuperación de un corredor crucial para su supervivencia. Y también por la presunta actuación, negada por la milicia, en la ofensiva actual en la región fronteriza de Qalamun.
En ese mismo orden de cosas se inscribe el doble atentado contra la embajada de Irán en Beirut de hace algunas semanas. También aquí, de manera siempre indirecta, se ha querido apreciar la larga mano de los saudíes a través de los grupos yihadistas a los que presuntamente financian poderosas familias de la península arábiga. Y detrás está la eterna guerra entre suníes y chiíes.

Irán quiere participar en la conferencia de Ginebra

Los coletazos saudíes responden a una creciente sensación de soledad que, paradójicamente, les unen sobre todo a Israel. Turquía, hasta ahora aliado de Arabia Saudí en la contienda siria, ha iniciado un acercamiento a Irán y la inestabilidad de Egipto le resta capacidad de liderazgo.
El crisol de todas esas fuerzas podría ser la Conferencia de Ginebra del 22 de enero que, de llegar a celebrarse, será decisiva para el futuro de Siria. Si Irán consigue vencer la oposición saudí y participar en ella, el resultado de esa reunión podría ser muy sorprendente. El tirano al Assad no solo continuaría en el poder, sino que contaría con el apoyo de la emergente potencia regional.
Si entre medias tiene éxito la presión del secretario de Estado Kerry, e israelíes y palestinos acercan posturas, lo que puede verse en Oriente Próximo dentro de unos meses no tendrá nada que ver con lo que ha sido en las últimas décadas

 

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